La lluvia y el hierro

Marcos González

Lo más circunstancial, el azar que comporta una vivencia determinada, puede convertirse en necesario. Para integrarse en nuestra vida, o en nuestro relato secreto –como ahora diría Argullol- ha de pasar por el tamiz del hierro. Sólo es importante si, después de tenerlo y de formar parte de nuestro espacio, permanece y crece en el recuerdo. Es lo que el escrito describe como: la pasión no radica en aquello que ha sucedido sino en lo que, salvando las trampas del laberinto, continúa sucediendo.

Esto que tenemos más cerca y nos hace compañía (sea ausencia o presencia real) no pasa nunca por cedazo del olvido. Vive íntimamente ligado a nuestro ser. Sigue el paso constante del día a día fundido con nuestro andar… Y en medio de este relato secreto estoy muy segura que Marcos-González nunca se ha separado del hierro mojado por la lluvia, pese a que la visión del mundo a través de la baranda del balcón de su casa, es una de las imágenes más lejanas de su existencia.

Quizás por eso no me sorprendió descubrir en su taller de Begues, dónde un conjunto de hierros al aire libre esperaba el paso del tiempo sobre la propia piel y contacto con la lluvia, ya que ella trabaja a partir de un proceso de oxidación, el óxido como su huella sobre una tela sin ningún tipo de preparación, lo que marca una técnica singular, inusual.

El hierro, en solitario o presente como un volumen incorporado a la tela, se convierte también en una trama de óxidos en dónde el gesto y la seducción por las simetrías teje formas, colores, historias… La marca de un óxido aparecido al azar cose estructuras controladas, simetrías rotas, con fragmentos tan elaborados como los del políptico dedicado a Goya.

Hay un punto importante en la trayectoria de Marcos-González y no querría dejarlo de lado. Es la necesidad de crear sin la preocupación por unos objetivos del mercado. Y esto le ha permitido poderse cerrar, un hecho inusual que contempla el aislamiento y el silencio como única finalidad, sin límites temporales o exigencias externas. Ella sola, con su obra, sin plazos, cerrada durante meses para resolver un tema, una idea, siempre librando el largo combate que une los más circunstancial con el acontecer necesario, provocando día a día el relato secreto que todos llevamos dentro.

Gloria Bosch, Directora del Museu d’Art de Girona




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