Marcos González
• Biografía •

Entrevista

¿Quién eres?

Una receptora y en ocasiones emisora de la “dimensión” sensibilidad.

¿Por qué pintas?

Para mí la pintura, la creación, es un medio para canalizar y expresar esa sensibilidad. Y, además, me hace feliz.

¿Cuándo descubriste que llevabas el arte dentro?

Cuándo me di cuenta, de pequeña, que cualquier cosa podía ser diferente y, en ocasiones mejor, si se le pone un poco de creatividad.

¿Qué experimentas cuando te sitúas ante una tela?

Conecto los radares perceptivos para captar el camino, o los caminos posibles, que ya están en ella de forma implícita. Busco el cuadro que preexiste y el medio de plasmarlo.

¿Cómo surgió la idea de utilizar el hierro y su óxido en las pinturas que caracterizan su obra?

La barandilla del balcón de la casa de mis padres era de hierro forjado. Era un elemento que me protegía de caer al vacío. Era fuerte y a la vez podía ser débil debido a la corrosión. Y tenía características especiales. Podía ser frio, cálido hasta el punto de llegar a quemar, tenía sabor y color. El hierro, además, recreaba espacios. Tenía y tiene un atractivo absoluto.

En tu currículum hay años en blanco. ¿A qué se debe?

Existe para mí una creación activa y otra pasiva. Yo nunca dejo de crear.

¿Cómo es eso de tu afición taurina? Tu manera de ver e interpretar la fiesta de los toros ha sido toda una innovación en el arte taurino. Incluso ganaste el primer premio de pintura “El Toro Bravo” de Salamanca.

Mi familia paterna proviene de una tierra de reses bravas. Mi padre era aficionado a los toros. Hablaba de toros con algunos amigos y yo, de pequeña, ojeaba revistas taurinas y escuchaba como se defendía o se criticaba a unos y otros toreros de la época. Las fotografías, los cuadros, la estética del toreo despertaron una visión que plasmé después en la serie “Tauromias, los toros a mi manera”.